La historia de Thierry Ndikumwenayo es digna de película. Thierry (27 años) se ha erigido en una de las nuevas estrellas del atletismo español. Nació en Burundi, uno de los países más pobres del mundo. Al respecto, hay informes que cifran en sólo 200 euros al año el poder adquisitivo de sus habitantes. Es una de las naciones azotadas por una de las hambrunas más graves del continente africano. Con estos precedentes, Ndikumwenayo creció en un entorno de máxima pobreza y precariedad. Sin televisión, sin saber quiénes eran, por ejemplo, Bekele, El Gerrouj o Kipchoge. “De pequeño, yo no conocía la existencia del atletismo. Nunca lo había visto. Empecé a correr como un juego. Un día, en la escuela, organizaron una prueba de 200 metros. Quedé segundo, pero el ganador me dio la opción de repetir la carrera días más tarde. Volví y gané. A partir de ese momento, un entrenador de atletismo me dijo que tenía condiciones y me animó a seguir. En aquel momento, ya tenía 16 años. Es decir, me introduje en el atletismo bastante tarde”, rememora el nuevo deportista FER.
Su crecimiento resultó meteórico. A los pocos meses, fue convocado por su Federación nacional para competir en los Juegos Olímpicos de la Juventud de 2024, en China, donde consiguió la medalla de plata en la prueba de 3.000 metros. Aquella brillante actuación fascinó a Llorenç Solbes, un entrenador español que le invitó a venir a España. De inicio, la propuesta encontró la oposición de las autoridades deportivas de Burundi. Alegaban que Thierry todavía era demasiado joven (sólo 17 años). Pero acabaron cediendo y aceptando. A principios de 2025, Ndikumwenayo llegó a España gracias a un visado de tres meses y al proyecto CET Plan2Win de Solbes, una especie de ONG que ofrece oportunidades a corredores de diferentes países africanos. Problemas burocráticos le obligaron a regresar a Burundi, pero en el verano de 2016 volvió a nuestro país. Y desde el principio, estuvo en la Comunitat Valenciana.
En el año 2019, Ndikumwenayo fue convocado, de nuevo, por su país para competir en el Mundial absoluto de cross en Dinamarca y consiguió un gran 9º puesto contra los mayores especialistas de la modalidad. Durante la pandemia, Llorenç Soles, su mentor y descubridor, y el artífice de su llegada a España, aceptó una oferta para entrenar en Qatar. Thierry se quedó sólo y aislado en Alicante. En ese momento, aparece en su camino Pepe Ortuño, director deportivo del Club Atletismo Playas de Castellón, otra persona clave y decisiva en la vida de Ndikumwenayo. Ya en la capital de La Plana, el nuevo componente del equipo FER se ganó la vida como liebre en Maratón y Medio Maratón. Pero su suerte cambia en el año 2022, momento en que comenzó a hacerse un hueco en pruebas de la Diamond League, en Roma, en París, en Mónaco, en Estocolmo… Finalizó el 2022 como líder del ránking mundial de 3.000 metros tras correr en Mónaco en 7:25:93. Empezaba a nacer una estrella.
El fondista recibió la nacionalidad española por carta de naturaleza en noviembre de 2022. Sus excelentes resultados y su fulgurante progresión resultaron decisivas. El proceso fue tan dinámico y rápido como sus zancadas. Su estreno con la selección nacional no pudo ser mejor. En junio de 2023, logró la victoria en los 5.000 metros del Campeonato de Europa por naciones, en Polonia. Dos meses más tarde, en agosto, disputó en Budapest el Campeonato del Mundo. Thierry rozó el pase a la final de los 5.000 metros. Y hace pocas semanas, a mediados de marzo, firmó una colosal actuación en el Mundial de cross, evento desarrollado en Belgrado y en el que repitió el noveno puesto alcanzado en 2019 con su país de origen.
Si no ocurre nada extraño, el nuevo componente FER estará en los Juegos de París. De hecho, ya posee la mínima olímpica de los 5.000 metros. La obtuvo en julio de 2023, en la Diamond League de Mónaco, con un crono de 12:55:47. No obstante, Thierry piensa en grande. En París, no sólo quiere correr los 5.000m; también, los 10.000. En esta prueba, buscará la mínima en las próximas semanas. Antes, sin embargo, también amenaza con dar la campanada en el Europeo de Roma. Tímido, y extremadamente educado y cortés en las distancias cortas, Thierry se transforma en un torbellino, en un pura sangre, cuando se calza las deportivas. Su familia, todavía en Burundi, se frota los ojos. Por asombro, pero, sobre todo, por emoción.