Ana Gayán, una vida de sacrificio por un sueño olímpico

“La primera vez que la vi en acción, tuve claro que la quería para mi equipo. Atesora unas excelentes condiciones y un enorme talento para brillar en este deporte”. Así define Anna Baranova, la seleccionadora nacional del conjunto de gimnasia rítmica, a Ana Gayán, una de las nuevas componentes del Proyecto FER 2019. Ana (22/05/2000, El Puig) comenzó haciendo ballet desde bien pequeña. Pero la gimnasia se cruzó en su camino. 

Muy pronto, demostró que reunía aptitudes para llegar lejos. De esta manera, a los 7 años, decidió cambiar las zapatillas de ballet por las punteras de la rítmica. Y desde entonces, no se las ha quitado. Su innata elasticidad y sus excelentes condiciones corporales han sido determinantes en su progresión.

La deportista valenciana se inició en el Club Puçol como gimnasta individual. En 2010, en Benidorm, disputó su primer Campeonato de España. Después de esa competición, empezó a alternar la modalidad individual con la de equipos. Así, hasta que en 2014 llegó la llamada de la selección española y su consecuente incorporación al CAR (Centro de Alto Rendimiento) de Madrid. El cambio de vida, radical y brusco, implicaba el sacrificio de dejar a su familia y sus amigos de siempre en Valencia. 

Al mismo tiempo, Ana se veía obligada a compaginar los estudios con la disciplina y la exigencia del día a día sobre el tapiz. “Yo era una ilusa de la gimnasia. Conocía a algunas compañeras, pero no era consciente del funcionamiento de la selección, ni de la dureza de los entrenamientos. Por ello, cuando entré en el CAR, estaba muy sorprendida, no me podía creer que me hubieran seleccionado a mí. Estaba como en una nube”, rememora Ana Gayán.

Ana Gayan

Ahora, con 18 años, la nueva integrante del Proyecto FER es mucho más madura y consciente de todo el largo camino que ha recorrido para formar parte del conjunto senior, inmerso en una frenética lucha por estar en los Juegos de Tokio 2020. “El inicio del ciclo olímpico fue muy complicado. Teníamos el listón altísimo. Asumíamos el relevo de las subcampeonas olímpicas de Río. La gente se acostumbra muy rápido a los éxitos y esperaba resultados muy pronto. Al mismo tiempo, nosotras nos metíamos mucha presión porque queríamos hacerlo perfecto. Ya digo, los inicios fueron terribles. Pero ahora, ya nos hemos adaptado, hemos crecido como gimnastas, vamos progresando con el paso de los meses y estamos trabajando muy bien para lograr el billete olímpico, explica Gayán.

Esa lucha por una plaza olímpica ha coincidido con el cambio de código en la puntuación de los ejercicios. La nueva normativa ha obligado a todos los países a modificar sus montajes. Por ello, Ana Gayán incide en los elementos de dificultad que han tenido que incluir en los nuevos ejercicios para ser más competitivas. “Hemos mejorado mucho con respecto al año anterior. Ahora, hemos reducido los errores, estamos mucho más seguras en el tapiz y hemos dado un salto de calidad, tanto en la expresión corporal como en nuestra fuerza”, explica la gimnasta valenciana.

Yo era una ilusa de la gimnasia. Cuando entré en el CAR, estaba muy sorprendida de que me hubieran seleccionado a mí.

Ahora mismo, todos los esfuerzos de Ana y sus compañeras se centran en pulir al máximo los dos ejercicios. Por una parte, el de cinco pelotas; por otra, el mixto (este año se compone de 3 aros y 2 pares de mazas). Y, de momento, lo están logrando. El combinado nacional ha experimentado una sensible mejoría en las dos últimas Copas del Mundo: en Pésaro y, sobre todo, en Guadalajara, donde rozaron el podio en el all around y en la final del ejercicio mixto. Su siguiente destino será los Juegos Europeos de Minsk, a finales de junio. Y el gran objetivo del año llegará en septiembre, en el Campeonato del Mundo en Bakú, evento en el que se repartirán plazas directas para los Juegos de Tokio. En la capital de Azerbaiyán, Ana buscará convertir su sacrificio en recompensa.