A 8.550 kilómetros de distancia, en Ruanda, en el corazón del continente africano, tres jóvenes deportistas valencianos dejaron su impronta, su sello, su huella. En uno de los mejores escaparates posibles, en todo un Campeonato del Mundo, Héctor Álvarez y Pau Martí, en la prueba sub-23, y Javier Cubillas, en la carrera de la categoría junior, demostraron que el ciclismo en ruta de la Comunitat, inmerso en una prolongada travesía por el desierto, tiene un gran futuro. Héctor, Pau y Javier representan mucho más que brotes verdes. No son meras esperanzas. No son presuntos proyectos. Ya son realidades. Sobre todo, los dos primeros. A los tres les faltó el barniz, siempre especial, de las medallas, la exaltación del podio. Pese a ello, sus prestaciones resultaron extraordinarias.
Ya sea por un exceso de valentía, por un ímpetu incontrolable, por un ataque de euforia, por un pecado de inexperiencia, Héctor Álvarez (Benidorm, 18 años) intentó un imposible en la carrera sub-23. A falta de 65 km para la conclusión, buscó la heroica y emprendió una aventura en solitario. La maniobra era tan encomiable como arriesgada. Y, salvo sorpresa monumental, parecía destinada a la nada. El ciclista FER se mantuvo en la punta de la prueba 24 km. Su ventaja nunca superó los 30 segundos de ventaja. A 42 km de la meta, Héctor fue sometido, reducido. No se hundió. Hasta el final, se mantuvo entre los cinco primeros clasificados. Llegó a ilusionarse con la opción de tocar metal, pero acabó pagando el desgaste de la fuga. Salvando las distancias, le ocurrió algo similar a lo acontecido en el Mundial junior de 2024. En el tramo decisivo, le abandonaron las energías. No obstante, concluyó en una espectacular cuarta plaza. Y, sobre todo, confirmó que, en estas pruebas de un día, es un superdotado, un privilegiado.

Si Héctor Álvarez acabó cuarto, Pau Martí (Moixent, cumplirá 21 años en noviembre) finalizó en una sensacional sexta plaza. Pau no tenía tanta libertad de movimientos. De inicio, debía trabajar para las principales bazas del equipo español sub-23: Héctor Álvarez y el catalán Adrià Pericas. Es decir, no asumía un rol principal, lo cual no significa que Pau sea un deportista secundario. Todo lo contrario. Ya hemos escrito que el deportista de Moixent no reúne la aureola de otros ciclistas de su misma generación, pero no tiene nada que envidiarles. Ni en clase, ni en calidad, ni, sobre todo, en inteligencia, en capacidad para leer las carreras. El mencionado reparto de funciones, el desarrollo de la prueba y el valor exhibido por Héctor Álvarez le alejaron de la lucha por el podio, pero no, del grupo principal. Para el deleite y la admiración, queda su esprint en los últimos 50 metros para ser sexto. Sexta plaza en su primer Mundial sub-23. No está al alcance de todos.

Nos queda Javier Cubillas, el más joven, el más novel y, por tanto, el más desconocido. Cubillas (Vall d’Uixó, 18 años) es junior de segunda y última temporada. Ya dejó sus primeros destellos en 2024. Para su desgracia, víctima de desventuras de todo tipo, el presente curso no le ha permitido proyectar todas sus cualidades. Sin embargo, su paso por el reciente Campeonato del Mundo ha sido una especie de presentación en sociedad. Una suerte de ’aquí estoy yo’. El castellonense fue protagonista en todo momento. Pletórico de fuerzas, se mostró valiente, estuvo permanentemente en las primeras posiciones, formó parte de los cortes buenos, llegó a soñar con todo… pero a falta de 10 kilómetros se quedó vacío. La imagen en la que le comentaba a su compañero Benjamín Noval que le resultaba imposible darle relevos resultó tan gráfica como conmovedora. En el tramo final, encontró acomodo en el grupo perseguidor de los escapados. Y en ese colectivo se presentó en la meta, a la que llegó como 15º. “No está mal”, comentó en ese instante. Más que no está mal, es un fantástico resultado. Álvarez, Martí y Cubillas. Un triunvirato de lujo. Con ellos, el erial del ciclismo valenciano en ruta tiene los días contados.