Hay deportistas que tienen un don especial. Que están rodeados por un halo, por una aureola, diferencial. Que parecen ungidos para maravillar. En algunos casos, por sus cualidades puramente técnicas. En otras, por su carisma, por su carácter, por su capacidad para llegar a la gente. Pese a su juventud, en este grupo de elegidos y tocados por una varita mágica, ya se encuentra Héctor Álvarez (Benidorm, cumplirá 19 años en diciembre). Desde hace un tiempo, el joven ciclista alicantino absorbe atenciones y miradas. Aparece permanentemente en el foco. Es una de las nuevas puntas de lanza del ciclismo nacional. No es para menos.
Los hechos hablan por sí mismos. Son suficientemente elocuentes. Gracias a sus 19 triunfos, Héctor Álvarez concluyó el curso 2024 como el mejor ciclista junior del mundo. Un honor que, en su momento, no pudieron alcanzar nombres tan ilustres (en algunos casos, tan legendarios) como Miguel Indurain, Alejandro Valverde, Alberto Contador o Juan Ayuso. En la presente temporada, el deportista FER se incorporaba a la categoría sub-23, un salto especialmente exigente, una transición particularmente dura, un cambio habitualmente severo para casi todos los ciclistas… menos para Héctor Álvarez.

Pese al accidentado inicio de temporada, con roturas de clavícula y de codo incluidas, y, sobre todo, pese a ser el participante más joven en casi todas las competiciones que ha afrontado, Héctor Álvarez ha vuelto a firmar un curso excepcional. De ensueño. El ciclista alicantino es un portento, un auténtico prodigio. Un ejemplo de polivalencia. Es capaz de proclamarse campeón de Europa de ómnium sobre un velódromo, pero también de acariciar el podio en el Campeonato del Mundo de ruta, o de colgarse la medalla de bronce en la prueba en línea del Campeonato de Europa en ruta. Este último hito llegó el pasado sábado en Francia. Héctor acabó tercero tras imponerse en un largo sprint a los rivales con los que compartía el grupo perseguidor de los dos primeros clasificados. El ciclista de Benidorm volvía a demostrar que, en las pruebas de un día, es un superdotado.
Pero la temporada ha ofrecido mucho más. Concluyó la Olympia’s Tour de Holanda en el 8º puesto. Fue 18º en la general de la Vuelta a Bélgica. Acabó 6º en la clasificación global del Giro della Regione Friuli Venezia Giulia. Y brilló en las cronos individuales de los Europeos y Mundiales sub-23 de ruta con la novena y séptima posición, respectivamente. A base de vatios y ritmos imposibles para los rivales, Héctor Álvarez se reafirma como un gran talento.
En suma, el ciclismo valenciano y español se frota las manos ante tal diamante, ante tal joya. De hecho, ha sido seleccionado para disputar el Campeonato del Mundo de pista (23-26 de octubre, en Santiago de Chile). Una suerte de traca final tras una temporada de auténtico infarto. Héctor no sólo se dispone a afrontar su primer Mundial absoluto en un velódromo. Además, todo apunta a que su estreno no va a ser ni simbólico ni testimonial. A Álvarez se le va a asignar una gran responsabilidad. Ha sido elegido para afrontar las dos grandes modalidades de fondo, el ómnium y la madison. Ambas son pruebas olímpicas. Dispone apenas de dos semanas para afinar su preparación. 14 días de trabajo intensivo en el velódromo Luis Puig de Valencia. Para muchos, este reto de debutar en un Mundial absoluto de pista sería sinónimo de aprendizaje, de opción para curtirse. En el caso de Héctor, nada es descartable. Lo ha demostrado con creces.