Levantarse tras una caída. Sobreponerse a una decepción. Rehacerse después de un contratiempo. Son algunas de las características y capacidades que debe atesorar un gran deportista. De todo ello, sabe bastante Fátima Diame. Hace poco más de un año, tras su discreto paso por los Juegos Olímpicos de Tokio, la atleta FER decidió dar un viraje, un golpe de timón, a su carrera. Abandonó su Valencia natal y se mudó a Guadalajara para integrarse en el selecto grupo de trabajo que lidera el legendario Iván Pedroso. La temporada de pista cubierta transcurrió bien. Ofreció buenas vibraciones. Sin ir más lejos, en el Campeonato del Mundo bajo techo, ocupó una notable séptima plaza con una brillante marca de 6,71m, su tercer mejor registro de siempre.
Diame se adentraba en un verano que, como para todos los atletas, se presentaba apasionante. Un 4 de junio, en la Reunión que se celebró en Andújar, disparó las expectativas al volar hasta los 6,76m. Sin embargo, pocos días después, sufrió una lesión en la rodilla izquierda. Pudo presentarse en el Campeonato del Mundo, en Eugene, pero sin el ritmo deseable. Lo acusó. Lo peor, sin embargo, estaba por llegar. Lejos de remitir, la dolencia se agravó. Tanto, que no pudo disputar el Campeonato de Europa, en Múnich, durante el mes de agosto. Superado aquel percance, la atleta valenciana, de 26 años, prepara la nueva temporada. Está convencida de que 2023 acogerá esa explosión que todo el atletismo español espera con impaciencia, pero que no acaba de llegar.
Felizmente, bien. La rodilla izquierda ya está totalmente recuperada. Al igual que el cuádriceps, que fue lo que me impidió competir al 100% en el Mundial de Eugene y me privó de disputar el Europeo de Múnich.
Claro que fue duro y complicado. Antes de lesionarme, me sentía muy bien, tanto en lo mental, como en lo físico. Ya me costó asimilar que no llegara en plenitud al Mundial, pero más difícil resultó asumir que me perdía el Campeonato de Europa. No obstante, el tiempo todo lo cura y lo cicatriza. Aquello ya está olvidado. Es más, forzar para competir en Múnich hubiera sido peor.
Sí, totalmente integrada. Realmente, mi adaptación fue muy rápida desde el primer momento, tanto por todo lo que me aporta y enseña Iván Pedroso, como por la calidad humana del grupo de trabajo.
De transición, nada. Está claro que el evento estrella de 2023 es el Campeonato del Mundo al aire libre en Budapest, pero ello no significa que no me vaya a tomar en serio la temporada bajo techo. Voy a ir a por todas desde el primer momento.
Sin duda. El año pasado, ya demostramos que estábamos en condiciones de lograr espectaculares marcas. En pista cubierta, llegué hasta los 6,71m. Y nada más empezar el aire libre, alcancé los 6,76m. En ese momento, me encontraba en un estado de forma excepcional, pero las lesiones en la rodilla y en el cuádriceps me cortaron las alas. Este año, la pretemporada va muy bien. Estoy segura de que 2023 va a ser un gran curso y de que vamos a destrozar la marca personal. Y digo vamos, pluralizo, porque incluyo a Iván, a mi mánager Alberto y a mis compañeros de grupo. Somos un equipo y los consideraré partícipes de los éxitos que van a llegar.