La vela de la Comunitat Valenciana ha estado íntimamente vinculada a los Juegos Olímpicos. A su tradicional presencia en la cita deportiva más célebre e internacional, ha unido, incluso, la obtención de dos medallas: la plata de Kiko Sánchez Luna en Barcelona 92, y el oro de José Luis Ballester en Atlanta 96. El último gran nombre propio fue Iván Pastor. El regatista de Santa Pola es uno de los pocos deportistas españoles que cuenta con el privilegio de haber disputado cuatro Juegos. Además, de forma consecutiva: Atenas, Pekín, Londres y Río de Janeiro. Sin embargo, el protagonismo de la vela valenciana se ha difuminado en las dos últimas citas olímpicas. No hubo representación en Tokio 2020. Tampoco, en París 2024.
A la espera de que aparezca esa figura, esa estrella, ese líder, hay un grupo de jóvenes regatistas que aspiran a ocupar el vacío existente en la actualidad. Un buen ejemplo es Gonzalo Suárez Pérez (L’Alfàs del Pi, Alicante, 22 años). Un valor al alza. Un deportista con la flecha hacia arriba, con una trayectoria claramente ascendente. Perteneciente a la clase ILCA 7, Gonzalo ha firmado un 2025 más que notable. Sus dos grandes resultados llegaron en los dos grandes eventos de la temporada. En el Campeonato de Europa, en aguas de Suecia, ocupó el 38º puesto (de 153 participantes). En el Campeonato del Mundo, en China, fue 21º (de 112 competidores). En ambos eventos, y también en la Copa del Mundo de Hyeres, se convirtió en el mejor español, por delante de, entre otros, Leo Barreto, Javier Seguí, Pep Calzador, Fernando Abella o Marc O’Connor. En el curso que ya acaba, sólo no ha sido el mejor regatista nacional en una competición, en la Regata Princesa Sofía de Mallorca, donde fue superado por Joel Rodríguez, su, en teoría, gran rival en el camino hacia los Juegos de Los Ángeles 2028.
Para ser el primer año dentro del equipo preolímpico, estoy contento con la progresión que he tenido. Sobre todo, porque me he mostrado regular, consistente. Me quedo, principalmente, con esa regularidad.
No es que lo vea lejos. Lo veo más fiable, más sólido. Es decir, comete menos errores. Yo creo que esa es la gran diferencia. A veces, los pequeños detalles te sitúan mejor o peor en la clasificación. Y, por supuesto, tiene más experiencia que yo.
A mí me vienen mejor los vientos fuertes. No obstante, durante este año, he rendido muy bien en mangas con poco viento. Es más, en alguna de ellas, he estado entre los mejores.
Es un objetivo que no veo inalcanzable. Se puede conseguir. Si mantengo la línea de crecimiento y conservo la regularidad de este año, creo que puedo tener mis opciones. Al final, ese es el sueño de todo deportista. No obstante, también sé que, con lo que estoy ofreciendo ahora, aún no es suficiente. He de dar más, he de dar un salto de calidad.
Me quedaría con el británico Michael Becket, con el australiano Matt Wearn, con el chipriota Pavlos Kontidis y con el italiano Lorenzo Chiavarini. Están en otra dimensión, pero claro, todos ellos superan los 30 años. Yo voy camino de los 24