El final de temporada es el momento de hacer balance. El tiempo de sopesar los pros y los contras. De ver qué cosas se han hecho bien y en cuáles hay que mejorar. También es el instante en el que se mira hacia adelante, en el que se fijan nuevos objetivos y, sobre todo, estrategias para alcanzarlos. En ese vaivén entre los análisis y las decisiones, dos deportistas FER han llegado a la misma conclusión. Ambos comparten disciplina, el triatlón, y, durante tres años, también han convivido en el mismo lugar de entrenamiento. Pero, a partir de 2018, sus caminos se separan. Son Javier Lluch y Romaric Forques.
Javier Lluch abandona la que ha sido su casa desde 2014, el Centro de Alto Rendimiento Deportivo de Madrid, también conocido como ´La Blume’, para hacer las Américas. Hasta Estados Unidos ya ha viajado el triatleta valenciano para proseguir con su formación deportiva y académica. Lluch ha aceptado, finalmente, la invitación del entrenador de Virginia que le proponía ponerse bajo sus órdenes en la Liberty University. Una llamada que llegaba después de un minucioso seguimiento tras sus brillantes actuaciones en los dos últimos Campeonatos de Europa junior: oro en Lisboa 2016 y plata en Austria 2017.
A sus 19 años, además, la temporada que viene vivirá otra mudanza importante en su vida deportiva: el paso de la categoría júnior a la división sub 23. Posiblemente, el más difícil en el mundo del triatlón. Un curso, por tanto, plagado de retos en el que alternará su presencia en los Estados Unidos, donde estudiará International Bussines, con los viajes a Europa y España, donde les esperan las competiciones.
La decisión de Romaric Forques, sin embargo, lleva más tiempo tomada. El verano fue el tiempo de reflexión en que el deportista de origen francés decidió cambiar de aires. Ha vuelto a casa, a Bétera, donde Jordi Jordà dirige sus evoluciones.
La próxima temporada será su segunda como júnior. Por tanto, la de su consagración en la categoría. En su palmarés de 2017 siempre recordará la medalla de plata del Campeonato de España. Un segundo puesto que bien pudo ser un oro. Fue el mejor momento de un curso accidentado que empezó con grandes expectativas, pero que se truncó con una caída en la prueba de selección para el Campeonato de Europa y, sobre todo, con una incómoda lesión: una perforación en sus costillas que le provocaba un gran sufrimiento en los entrenos diarios. Todo ellos es historia. Ahora, de vuelta a casa, Romaric, de 18 años, solo se plantea certificar todo el potencial que se le presupone. Que no es poco. Lo mismo que Javier Lluch, pero, ahora, desde diferentes centros de operaciones. Uno y otro han protagonizado sus particulares transiciones.