María Martínez Koshytska se ha convertido en una de las revelaciones, de las gratas sorpresas, del Proyecto FER 2025. Siguiendo la estela de la cada vez más consagrada Bárbara Pardo, María (Algemesí, 17 años) está aportando su humilde y valiosa contribución para que la Comunitat Valenciana participe, también, en la etapa de bonanza por la que atraviesa el piragüismo español. Un periodo de expansión y prosperidad que no es flor de un día, que se prolonga en el tiempo, que es duradero y que se ha vuelto a evidenciar en un 2025 nuevamente exitoso, tanto a nivel absoluto como en las categorías de formación.
Durante la presente temporada, en su segundo y último curso como junior, María Martínez Koshytska ha podido quedar más o menos contenta, pero nunca descontenta. Más o menos satisfecha, pero nunca contrariada. Porque sus resultados han sido más o menos brillantes, pero nunca, decepcionantes. Plata en el Campeonato de España de invierno. Oro y plata en el K1-500m de las dos Copas de España celebradas. Bronce en el K4-500m del Campeonato de Europa. Cuarta plaza en el K1-200m del Campeonato del Mundo. Y, para finalizar, doble oro (en el K1-200m y en el K1-500m) en el Campeonato de España. Todo se puede mejorar, aunque, en este caso, resulte complicado.
Me quedaría con la medalla de oro lograda en la primera Copa de España junior de la temporada, la celebrada en Sevilla durante el mes de abril. En esa Copa, gané la prueba del K1-500m y empecé a demostrarme que podía ser la mejor o, al menos, de las mejores de España en distancias olímpicas. Y después, me quedo con el Mundial de finales de julio en Portugal. Aunque no subí a ningún podio (lo tuve cerquita en el K1-200m), el hecho de que vinieran a apoyarme mi familia y mis entrenadores de toda la vida resultó muy emocionante.
Le pondría un 8. La temporada ha ido bastante bien, por supuesto, pero ha habido algunos altibajos. Ha habido momentos en los que no he estado al 100%. Por ello, no me pongo más nota.
Poco a poco, voy entendiendo que, en primer lugar, no siempre se puede ganar, y, después, que no siempre se puede estar a tope, al 100%. Es inevitable tener un mal día. De hecho, de un mal día, de una experiencia negativa, también se extraen aprendizajes. Estoy madurando y creciendo. Ya encajo y proceso mejor las decepciones.
Sí. Soy consciente de que 2026 va a ser un año muy difícil por ese salto a la categoría sub-23. Al abarcar cuatro temporadas, el primer curso como sub-23 se presenta complicado. Además, en 2026 abandonaré Asturias, donde he estado muy a gusto en los dos últimos años, y me trasladaré al CEAR de Sevilla, donde me espera un escenario totalmente novedoso. Frente a todos estos cambios, no hay más secreto que poner más esfuerzo y tener más ambición.
No hablo mucho, pero, cuando coincidimos, siempre charlamos un rato y se porta muy bien conmigo. De hecho, en la primera Copa de España, cuando conseguí el primer oro, antes de competir, se acercó, me animó y me dio algún consejo. De Bárbara destaco que es una chica muy disciplinada y con las ideas muy claras.