Eusebio Cáceres vuelve a casa

Golpe de timón. Catarsis. Tras la amargura, llegó la reflexión. Y tras la meditación, la decisión. Eusebio Cáceres ha tomado la determinación de abandonar Madrid y de, seis años después, volver a casa, a su Onil natal. Un necesario cambio de aires para descubrir nuevos alicientes. Para recuperar la ilusión y volver a relanzar su carrera. Para atemperar la frustración experimentada durante los meses de julio y agosto. Tras rozar la medalla en los Juegos Olímpicos de Tokio, el atleta alicantino se presentó en el Mundial de Eugene y en el Europeo de Múnich de este verano convencido de que, por fin, llegaría un premio tan perseguido como merecido.

Sin embargo, pese a su buena condición física, Eusebio no pudo cazar ese gran salto que, según aseguraba, tenía en sus piernas. Especialmente doloroso resultó el paso por el Campeonato de Europa de Múnich. En Alemania, el deportista FER se quedaba a las puertas del podio en un gran evento internacional por quinta vez. Además, no pudo llegar los 8 metros. Un desencanto difícil de asimilar. Una decepción complicada de gestionar. Por la cabeza de Eusebio, pasaron muchos pensamientos. Pero en ningún momento se planteó poner punto final a su trayectoria. Finalmente, optó por regresar a Onil. A un año y medio de los Juegos Olímpicos de París, el atleta alicantino abre una nueva etapa. Y así se expresa.

¿Por qué has decidido dejar Madrid y volver a Alicante? ¿Cuáles son las razones?

Ya hace tiempo que me rondaba por la cabeza volver a casa. Llevaba en Madrid seis años y pensaba que había llegado el momento de regresar a Onil. Yo siempre he sido muy de mi tierra. De momento, no tengo un entrenador específico y me estoy apoyando en los que siempre fueron mis entrenadores, José Antonio Ureña y Jesús Gil.

Después de mucho tiempo, vuelves a compartir tu día a día deportivo con Jorge Ureña…

Sí. Nos está viniendo muy bien a los dos. Más que compañeros, somos amigos. Además, ambos hemos tenido experiencias complicadas en los últimos meses y nos estamos ayudando mutuamente.

¿Tan fuerte fue la decepción sufrida este pasado verano?

Sí, la verdad. No tanto por lo que ocurrió específicamente en Eugene y en Múnich, sino por acumulación, por reiteración. Habitualmente, yo, después de un gran evento internacional, aunque hubiera sufrido una decepción, pasaba página con cierta facilidad y me motivaba rápidamente con los próximos retos. Sin embargo, en esta ocasión, me ha costado mucho. No llegué al punto de plantearme la retirada Ni mucho menos. Pero sí me he visto obligado a parar más de la cuenta, a descansar más que nunca y, por ejemplo, a cambiar de aires. No tanto por cuestiones físicas, como mentales.

¿Y cómo te encuentras ahora?

Poco a poco, voy encontrándome mejor, pero está siendo un proceso largo. Sé que recuperaré plenamente la ambición, la ilusión, la motivación, pero, actualmente, todavía no es así.

Tras 5 medallas de chocolate, y tras haber sufrido tantas lesiones entre 2014 y 2018, ¿crees que el atletismo no ha sido justo contigo y que el destino te debe una gran recompensa?

No lo sé. Tampoco quiero pensar en si el atletismo ha sido justo o injusto conmigo. Desde luego, a veces, sí pienso que no he llegado a ser tan bueno como para conseguir ese podio. Pero tampoco me fustigo demasiado con este empacho de chocolate. Más, bien repito, lo mas importante es recuperar la estabilidad, la ilusión, las ganas.

Tienes 31 años. Si la salud te respeta, ¿te ves capacitado para seguir superando con asiduidad la frontera de los 8 metros y para continuar optando a los podios de, por ejemplo, los grandes eventos de 2023? Y a un año de los Juegos de París, ¿los próximos Juegos son tu mejor vitamina?

Desde luego, sigo creyendo que puedo ser muy competitivo. Por supuesto, me gustaría estar a tope en el Europeo de pista cubierta en Estambul y en el Mundial al aire libre de Budapest. Dicho esto, mi gran objetivo es el Mundial. Vamos a ver cómo llego a la temporada bajo techo. Y claro que tengo en mente los Juegos de París. Voy a muerte a por ellos.