Liliana Fernández, inmersa en la vorágine estival

Por sí mismo, por su nomenclatura, por el entorno y la superficie en que se desarrolla, el vóley playa es una modalidad que alcanza su culmen durante la época estival. Los deportistas de élite que practican esta disciplina son conscientes de que los meses veraniegos son sinónimo de competiciones, de exigencia, de viajes y de vida nómada. Nada nuevo para Liliana Fernández (Alicante, 04/01/1987), inmersa desde hace más de una década en el circuito mundial de vóley playa. Tras la excepción del pasado año, motivada por su maternidad, la componente del Proyecto FER ha retomado su habitual frenesí en 2018. Y en la actualidad, se encuentra sumergida en una auténtica vorágine de torneos. Encadena los eventos sin tregua. Sin solución de continuidad. Y todo, por un objetivo: clasificarse para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

“Estamos mejor día a día. Tras un año de parón, es evidente que nos iba a costar retomar el pulso y la compenetración que siempre hemos tenido. Pero vamos a más claramente. Cada semana lo notamos. Incluso, más rápido de lo que pensábamos hace un tiempo”. Es el diagnóstico de Liliana Fernández a estas alturas del curso. La deportista FER se encuentra muy satisfecha de las sensaciones que experimenta en las canchas junto con su compañera, la madrileña Liliana Fernández. “De hecho, en los tres primeros torneos del año, en Fort Lauderdale, en Xiamen y en Hungtinton Beach, o bien caímos en la previa, o bien no llegamos a los cruces. Ahora, hemos encadenado cuatro torneos definitivos superando las previas y llegando, mínimo, a los octavos de final. Eso denota crecimiento, progresión y que volvemos a ser competitivas”, explica, la jugadora alicantina.

Liliana Fernández
Liliana Fernández

Para Liliana, este curso 2018 está siendo especial. Su pequeño Saúl, que cumplirá 1 año en agosto, le “visita” de vez en cuando. “En algunos torneos, cuando los viajes no son especialmente largos ni pesados, tanto mi hijo como mi pareja se desplazan al lugar del evento. Creo que es lo más conveniente para los 3”, comenta la alicantina. Desde mitad de junio, la deportista FER va a enlazar 8 semanas casi consecutivas con campeonatos. De momento, ha concatenado los eventos de Holanda, República Checa, Polonia (donde obtuvo su mejor resultado con una quinta plaza tras llegar a los cuartos de final) y Portugal. Esta semana está en el World Tour 5 Estrellas de Gstaad, Suiza. Y la próxima semana, disputará en Holanda el Campeonato de Europa, certamen el que fue plata en 2012 (precisamente, también en Holanda) y bronce en Austria 2013. Después, una ligerísima tregua de apenas una semana. Y ya en agosto, dos nuevas citas: Viena y Moscú.

El objetivo de Liliana y su compañera Elsa durante esta fase de auténtico vértigo es claro: “queremos situarnos entre las 20 o las 25 mejores parejas del ranking internacional. Hay que ir tomando ya posiciones. Aunque la carrera hacia Tokio 2020 no se inicia hasta este próximo mes de octubre, hemos superado ya la mitad del ciclo olímpico y cada torneo empieza a contar”, señala la deportista alicantina. Liliana ha planificado su vida personal y deportiva al milímetro. El motivo no es otro que estar en Tokio 2020, los que serían sus terceros Juegos Olímpicos. Todavía no ha olvidado las dolorosas eliminaciones (en ambos casos, en los octavos de final) de Londres 2012 y Río 2016. La componente del Proyecto FER busca una nueva y última oportunidad. A la tercera, va la vencida. Y en este caso, con un espectador de lujo. Con un aliciente muy especial. Su pequeño Saúl.