Pablo Herrera pone a prueba su eterna juventud en un nuevo Campeonato del Mundo

In extremis, en el límite, con suspense e intriga hasta el último momento, pero está dentro. Pablo Herrera se dispone a disputar un nuevo Campeonato del Mundo de vóley playa. Será el décimo para el longevo integrante del Proyecto FER, el sexto con su inseparable Adrián Gavira como pareja en la arena. El sábado 21 de mayo, tras perder, ante un dúo australiano, en los octavos de final del Challenge de Kusadasi, en Turquía, el deportista castellonense empezaba a asumir que, en este 2022, no estaría presente en el certamen mundialista. Sin embargo, pocos días más tarde, Pablo y Adrián recibían la grata noticia de su inclusión en la lista de participantes. La mítica pareja Herrera-Gavira será uno de los 48 tándems que tomará parte en el Mundial de 2022 (10-19 de junio, Italia). Las 48 parejas se distribuyen en 12 grupos. En cada grupo, habrá cuatro dúos. Pasan a los cruces finales, a partir de los dieciseisavos de final, los dos primeros de cada grupo y los ocho mejores terceros.

A punto de cumplir los 40 años (los alcanzara a finales de este mes), Herrera parece abonado a la quinta plaza en los Campeonatos del Mundo. De los nueve certámenes universales disputados hasta el momento, el deportista castellonense ha sido quinto (es decir, ha caído en los cuartos de final) en siete ocasiones. “Una quinta plaza en un Mundial no es un mal resultado, desde luego, pero ahora mismo, no la firmo. El gran torneo que hicimos en Ostrava nos ha relanzado, nos ha devuelto la confianza y la seguridad que habíamos perdido. Afrontamos este nuevo Campeonato del Mundo con mucha moral e ilusión, Desde luego, con mucha más moral que hace algunas semanas”, comenta el deportista FER, muy contento tras la cuarta plaza alcanzada, a finales de mayo, en el Pro Tour Elite 16 de Ostrava. “Además, hay mucha igualdad. Podemos ganarle a cualquiera, pero también, perder con cualquiera. Un ejemplo: en la previa de Ostrava, ganamos a los suecos que, pocos días antes, venían de adjudicarse el Challenge en Turquía”.

El reciente resultado cosechado en la República checa no sólo ha representado la mejor actuación de Herrera y Gavira en lo que llevamos de temporada. Ha significado la puesta en escena más brillante desde 2019, año en el que lograron sendos bronces en los World Tour 4 Estrellas de Doha y Xiamen, y en el que fueron quintos en los World Tour 4 Estrellas de Ostrava, Jinjiang, Roma y Viena. “Poco a poco, vamos recuperando ritmo y sensaciones. Yo, particularmente, he necesitado mi tiempo. En octubre, tuve que pasar por el “taller”. Me operé de la rodilla derecha. Era la tercera vez que me operaba de esta rodilla en los últimos 10 años. En enero, contraje el covid, que me afectó bastante. Y después, entre marzo y abril, sufrí algunas lesiones musculares. Entre todo ello y que ya no soy ningún chaval, he tenido que esperar unas semanas para encontrarme mejor”, comenta el jugador castellonense.

Ahora que ya han transcurrido unos meses desde su reactivación, Pablo Herrera se reafirma en el rechazo y la oposición al nuevo formato del circuito mundial de vóley playa. La división en tres categorías (Elite, Challenge y Future) lo ha convertido en más restrictivo, menos accesible, menos democrático. “A mí y a Adrián no nos gusta nada. Pero no somos los únicos. Es un sentir general. La mayoría de los jugadores estamos muy descontentos con la nueva estructura del vóley playa internacional. Hemos ido claramente a peor con respecto al vigente antes de Tokio, pero no queda otra que adaptarnos lo mejor que podamos”, señala el deportista FER.

Por si la obtención de un billete olímpico no es tarea suficientemente complicada, ahora, con este nuevo “orden” internacional, la misión de llegar a los Juegos de 2024 se convierte en titánica. A diferencia de otros ciclos, el proceso clasificatorio para los Juegos de París 2024 arrancará más tarde, en enero de 2023, sólo un año y medio antes de la cita olímpica en la capital francesa. Pablo Herrera es consciente de las enormes dificultades que va a encontrarse en el camino, pero hay un aliciente muy especial: poder convertirse en el primer jugador de la historia de vóley playa que esté presente en seis Juegos Olímpicos. “Me considero una persona muy discreta y modesta, pero no voy a negar que esta opción de ser el primer jugador de vóley playa que disputa seis Juegos Olímpicos es uno de los principales impulsos para estirar, unos años más, mi carrera deportiva”, indica Pablo, a pocos días de afrontar el enésimo reto de su trayectoria. Y no será el último.