La temporada de gimnasia ya ha concluido. Tradicionalmente, los Campeonatos del Mundo de artística y de rítmica ponen la rúbrica al curso. A partir de ese momento, se reduce el nivel de los entrenamientos, pero se mantiene una ligera actividad. Aunque a menor ritmo, nuestros gimnastas siguen ejercitándose y conservan una cierta rutina. Es tiempo, también, de pasar por el quirófano, si es que lo necesitan.
La gimnasia valenciana tampoco para. Quien ha disfrutado de un mejor año 2018 ha sido el alcoyano Néstor Abad, quien logró una brillante undécima plaza en la final del concurso individual completo en el Campeonato del Mundo de Doha. Además, junto al resto de sus compañeros, contribuyó a que el equipo español haya superado el primer corte para acudir a los JJOO de Tokio 2020.
Por su parte, las subcampeonas olímpicas valencianas, Elena López y Alejandra Quereda, han continuado en contacto con la gimnasia, ahora ya fuera del tapiz. Y es destacable el amor que profesan por este deporte. Una pasión que, por ejemplo, ha llevado a Alejandra a asumir el cargo de seleccionadora nacional individual, con el fin de preparar el equipo para los Juegos de París de 2024.
Además, en el mundial de rítmica, hubo tres valencianas en el equipo español. Junto a la leonesa Sara Llana, estuvieron Polina Berezina, y dos de las jóvenes promesas y esperanzas de la rítmica española: María Añó y Noa Ros. A María y Noa les falta la experiencia internacional. Han de rodarse en las grandes citas para que espectadores y juezas las vayan conociendo. Encarnan el futuro y, probablemente, sean las caras que veamos en los próximos Campeonatos de Europa y del Mundo representando a España y buscando la plaza olímpica. Su entrenadora, Blanca López, sabe la responsabilidad que tiene con estas dos niñas. Desde su club, el Mabel de Benicarló, las está formando para que den el salto definitivo.
La Comunitat Valenciana ha sido siempre uno de los grandes viveros de la gimnasia española
La Comunitat Valencia ha sido siempre uno de los grandes viveros de la gimnasia española. Históricamente, ha nutrido de grandes deportistas a los equipos nacionales, bien sea de gimnasia artística (Isaac Botella hace unos años; ahora, Néstor Abad) como, especialmente, de rítmica (Maisa Lloret acabó quinta en Seúl 88; Carolina Pascual logró la plata en Barcelona 92; Marta Baldó fue oro en los Juegos de Atlanta 96; Alejandra y Elena lograron la plata en Río 2016; tampoco quiero olvidarme de Noelia Fernández, de Mónica Ferrández…).
No sé qué tiene ese aíre mediterráneo que impregna de entusiasmo a todos los que comienzan con la gimnasia y no abandonan hasta que llegan a la selección. El entorno les arropa y ayuda. Especialmente, en los últimos años. Sin el Proyecto FER y la Fundación Trinidad Alfonso, todo sería mucho más complicado para ellos y ellas. Los deportistas siguen necesitando apoyo para poder compatibilizar sus tareas académicas con su pasión por el deporte. Está claro que el Proyecto FER se lo concede. Sin duda, estamos ante una gran iniciativa